Las emociones juegan un papel fundamental en el proceso de compra. Como consumidor, debes identificarte con ciertas características del producto, de otra manera no lo adquieres.
A nivel semiótico, las marcas están convertidas en estímulos de significados, los cuales transmiten a través de sus productos y sus cualidades, ya sean tangibles (empaque, color) o intangibles (concepto).
La comunicación de marca, por lo tanto, debe hacer uso de estos elementos para lograr una relación más íntima con las personas que adquieren sus productos, atrayéndolos y enamorándolos por sus cualidades.
Esto caracteriza a las lovemarks, que utilizan todos aquellos recursos que les permiten colocarse en el top of mind de cada consumidor, construyendo vínculos emocionales que eventualmente desembocarán en fidelidad.
Por su parte, Colgate se ha dedicado a promover la diversidad de sus colaboradores, misma que considera que es lo que impulsa su éxito y además les permite comprender mejor las necesidades del consumidor, lo cual propicia una respuesta oportuna ante los cambios en el mercado. Lo anterior se ve reflejado en la creación de su más nuevo cepillo de dientes inteligente, diseñado en asociación con Apple, que funciona por medio de una aplicación que registra hábitos de aseo dental y enseña nuevas técnicas de cepillado.
En tanto que Nestlé se enfocó en las exigencias de su mercado por desayunos más saludables y eliminó saborizantes y colorantes artificiales de sus principales marcas de cereales, como parte de su compromiso por mejorar hábitos alimentarios.
El enfoque racional en esta época podría ser obsoleto. Se debe ir más allá de simples marcas que no interactúan con su mercado. El consumidor moderno es un individuo lleno de conocimiento y sentimiento respecto a lo que adquiere, y como tal debe ser considerado por las empresas. Las emociones no tienen caducidad.
Fuente: Merca 2.0
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